El presidente de la Junta de Andalucía dice que no hay dinero para sanidad y educación (pública, se entiende, porque para la privada pagada de la caja común ya es otro cantar). Estas declaraciones coinciden con la subida de su sueldo (un 24,7% –más de 18.000 euros–, pasando de 71.667 a 89.975 euros brutos anuales) y el de 269 altos cargos de su gobierno(cuyo salario oscila de 65.170,98 euros de delegados provinciales a 77.669,48 de viceconsejeros).Se trata de la segunda subida desde diciembre de 2023 (un 18,9% entonces).
Todo esto sucede mientras en la Sanidad aumentan las listas de espera, empeora la Atención Primaria, se cierran centros de salud, etc. En las escuelas andaluzas las carencias son innumerables, como bien sabemos: falta de plazas públicas en la FP (mientras la privada sube y sube como la espuma), el desmantelamiento de la educación a distancia, el crecimiento de universidades privadas –saltándose todos los informes en contra–, falta de personal para atender al alumnado de NEAE, ratios excesivas…
Moreno Bonilla se queja de la infrafinanciación al tiempo que: desdeña 119 millones para guarderías públicas, desangra la sanidad pública con transfusiones de dinero a la privada, no ingresa el dinero del bono estudiantil, deja sin usar 30 millones de euros destinados a la retirada de amianto de los centros educativos, destina 5,4 millones de euros del presupuesto destinado a bonificar el precio público de las guarderías y el servicio de comedor a obras en el Estadio de La Cartuja (con Luis Rubiales de por medio), o durante el COVID abusa del sistema de contratación de emergencia —con el que adjudica a dedo cerca de 300 millones de euros a empresas privadas sin justificación alguna, como ha denunciado la auditoría del Servicio Andaluz de Salud—. Por no hablar, entre otras cosas, de los 120 millones destinados al INFOCA que no ha utilizado este verano.
La confrontación con el Gobierno central y el “andalucismo” no ocultan su pésima gestión de lo público por muchos golpes de pecho que se dé.
Qué tiempos aquellos en que, si la Junta andaba mal de liquidez, estaba al quite El Corte Inglés para poder pagar las nóminas. Pero El Corte Inglés ya no es lo que era.
Deje de destruir lo público para el lucro de unos cuantos, señor presidente.