Y al fin lo han conseguido. El patriarcado se impone al lenguaje inclusivo en los libros de texto.
La Consejería de Educación andaluza no ha podido resistirse a los imperativos de la ultraderecha que poco a poco, sin tregua ni descanso, va carcomiendo todos los logros en materia de igualdad en el ámbito educativo.
Hace unos meses denunciábamos la intención de eliminar el uso del lenguaje no sexista en los libros de texto. Ahora, el consejero habla de utilizar “un lenguaje equitativo y el uso de términos genéricos que mantengan la neutralidad y eviten los desdoblamientos abusivos y absurdos”.
Abusiva es la exigencia retrógrada de eliminar a las mujeres en el lenguaje.
Absurdo es hablar de valores como la igualdad y la tolerancia, y no respetar y promover el lenguaje inclusivo.
Cuánta hipocresía, cuánto eufemismo para disfrazar lo que ya es un secreto a voces: la pleitesía a la ultraderecha, que va ascendiendo peldaños en su búsqueda de poder, la política de negación, de ocultación, de destrucción, de cualquier avance que huela a igualdad.
Demuestran además una ignorancia no por simple menos peligrosa: el lenguaje inclusivo, los desdobles, no son cosa de ahora. Ya encontramos ejemplos de ello en el Cantar de Mio Cid, por ejemplo. Pero sus mentes mezquinas no pueden aceptar que sea imprescindible visibilizar a la mujer en el lenguaje: un paso más en la consecución de derechos, una cuestión de justicia.
Rancio patriarcado patrio, representado por una ideología que se propaga como un parásito invisible, avanzando, invadiendo todo, ayudado por la blanda complicidad de quien está en el poder y no es capaz de imponer la razón ante planteamientos y exigencias machistas.
Aunque deroguen el lenguaje inclusivo, nos tendrán enfrente para denunciar, combatir y gritar contra su intolerancia que quiere borrar a las mujeres del lenguaje, una vez más.