La escuela del desastre. ¿Cómo salir del estado de shock?

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Con la publicación en 2007 de La doctrina de shock, la periodista y activista Naomi Klein nos proporcionó una metáfora muy útil para analizar las políticas neoliberales. Extrapolando técnicas de las experiencias psiquiátricas de anulación de la personalidad y el recuerdo, el capitalismo del desastre de los Chicago Boys encontró una estrategia perfecta para capitalizar la crisis: el diseño de políticas que sistemáticamente profundizan en la desigualdad y terminan enriqueciendo a las élites. Bajo el efecto de las crisis, los ciudadanos tienden a concentrarse en las emergencias de la supervivencia y a confiar demasiado en las decisiones políticas. Y resulta que la nueva normalidad y su impacto en la Escuela Pública parece haber tomado buena nota del guion programático del capitalismo del desastre. Como decía Naomi Klein en una reciente entrevista, el capitalismo -las políticas neoliberales –siempre ha estado dispuesto a sacrificar la vida a gran escala en aras de la ganancia

La vuelta al colegio en septiembre se ha ejecutado disciplinadamente bajo el dictado del imperativo económico. La consigna es clara: los colegios no pueden estar cerrados si queremos que la economía funcione. Pero las medidas adoptadas, lejos de fortalecer la salud de la escuela pública, doblando la inversión, reduciendo las ratios y ajustándolas a las medidas de prevención acordadas por todas las comunidades con el Gobierno Central, han supuesto la continuidad de la vieja normalidad. O lo que es lo mismo, una vuelta a la crisis reforzada por el shock de la pandemia de la COVID-19. Porque, no lo olvidemos, la nueva normalidad es la vieja crisis reforzada por una crisis sanitaria.

Para presentar en sociedad la nueva normalidad escolar, nuestros gobiernos se han servido de todo tipo de artificios neolingüísticos:

  • El grupo burbuja o grupo estable de convivencia escolar. Todo un experimento escolar de dudosa eficacia por la imposibilidad de garantizar la estanqueidad. ¿Es posible garantizar la estanqueidad en un espacio de interacción social como la escuela? 
  • La autonomía de los centros escolares. Nada más eficaz políticamente que disfrazar otra realidad bajo una expresión venerable. Si la Administración ha delegado en los centros escolares la toma de decisiones sobre los modelos organizativos es al precio de santificar la desregulación en un gesto que dejaría en pañales a Poncio Pilatos.
  • Contacto estrecho. En la Guía de actuación ante la aparición de casos COVID en los centros educativos se dice: se considerará contacto estrecho a cualquier alumno que haya compartido espacio con el caso confirmado a una distancia inferior a dos metros durante más de 15 minutos, salvo que se pueda asegurar que se ha hecho un uso seguro de la mascarilla. ¿Qué se entiende por uso seguro de una mascarilla quirúrgica? Las mascarillas quirúrgicas, las usadas por la mayoría del alumnado, son mascarillas desechables de un solo uso.  Su manipulación exige unas medidas extremas de higiene en las manos, deben cubrir totalmente la nariz y la boca y ajustarse perfectamente sin que queden espacios libres entre la cara y la máscara, y no se deben manipular una vez puestas.
  • Nivel 1 de riesgo personal vulnerable. Casi todos los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza con alguna patología previa, mayores de 60 años y las embarazadas han sido catalogados como nivel 1 de riesgo. Este nivel no exige ninguna adaptación del entorno de trabajo sino una vuelta al trabajo con normalidad, con la excusa de que los centros educativos son espacios de riesgo bajo de contagio. Sin embargo, la prensa andaluza diaria se hace eco de un goteo continuo de aulas en cuarentenas y colegios cerrados. ¿Qué condiciones debería reunir un centro para considerase un entorno seguro de trabajo?

Pero el shock ha llegado también para instalarse en los centros de Secundaria. El pasado tres de septiembre la Consejería de Educación publicó unas instrucciones sobre los posibles modelos organizativos COVID a partir de 3.º de ESO. Se ofrecían tres opciones:

a) Una opción A, o modalidad sincrónica, que aseguraba al alumnado no asistente la atención sincrónica mediante medios telemáticos. Opción descartada por la mayoría de los centros por no contar con los recursos telemáticos necesarios.

b) Una opción B, que ofrecía la posibilidad de la semipresencialidad, con alternancia de las clases presenciales y telemáticas y una asistencia de todo el alumnado a las clases presenciales. Opción minoritaria porque no garantiza la distancia de seguridad en las aulas.

c) Y la opción C, la mayoritaria, interpretada como un modelo de alternancia. El alumnado de un grupo se divide en dos subgrupos al 50% y acuden al centro en días o semanas alternas. Es decir, se reduce al 50% la presencialidad del alumnado, mientras que el profesorado imparte su jornada lectiva presencial al 100%. Es decir, no se han programado en la jornada laboral del profesorado horas de asistencia telemática.

¿Susto o muerte? La negligencia y la irresponsabilidad de una Administración que se ha negado rotundamente a reducir las ratios escolares para garantizar la seguridad y la prevención de riesgos de contagio ha inclinado la balanza hacia el modelo de alternancia. O sea, para evitar una presencialidad no segura, la mayoría de los centros escolares de Secundaria ha optado por reducir a la mitad la presencialidad. De esta manera, y con el respaldo de los claustros escolares, nuestra Consejería ha conseguido desdobles a coste cero. CGT siempre ha apostado y seguirá apostando por una presencialidad escolar segura y, por ello, exige incrementar la partida presupuestaria para educación, la contratación del profesorado y de todo el personal necesario para garantizar una enseñanza presencial que respete las distancias de seguridad en las aulas. Puede que los docentes tardemos en recuperarnos de este estado de shock, pero las consecuencias serán nefastas para el gran perjudicado en este asunto: el alumnado. 

Por otra parte, en esta estrategia de devaluación de lo público, en general, y en particular de la escuela, a nadie le debería sorprender la reciente publicación del nuevo borrador de orden para regular los conciertos educativos, en especial los de Bachillerato y Formación Profesional.  Desde hace ya muchos años, CGT viene denunciando el cierre de líneas y centros públicos y el mantenimiento y fortalecimiento de los conciertos educativos. La crisis de la natalidad en estos momentos afecta unilateralmente a los niveles de Infantil y Primaria: son muchas las líneas suprimidas y muchos los centros cerrados en la Escuela Pública. En menos de una década, esta realidad llegará a Secundaria y a Bachillerato. ¿Qué ocurrirá entonces? ¿Se convertirá la enseñanza pública en subsidiaria de la privada-concertada como ya está ocurriendo en muchas capitales de provincia en los niveles de Primaria e Infantil. ¿Esta es la hoja de ruta privatizadora de nuestros gobiernos? 

Nos sobran las razones para una movilización. Toca defender la Escuela Pública. Por esto, animamos a todos los trabajadores y trabajadoras de la Educación Pública a secundar la huelga convocada para los próximos días 9 y 15 de octubre. Mostrar indignación y resistencia en este momento es clave si queremos frenar su devaluación. Si queremos salir del estado de shock en el que nos encontramos no nos queda otra que recuperar una sociabilidad activa y de apoyo mutuo que nos saque de nuestro aislamiento y nos permita reforzar los lazos comunitarios. Por ello, os animamos a celebrar asambleas en los centros y crear estrategias de defensa de nuestra escuela.

Ahora más que nunca necesitamos defender la Escuela Pública.



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