La pandemia por la COVID-19 ha evidenciado lo que ya era un clamor social: la demanda de la comunidad educativa de un/a enfermero/a escolar en cada centro.
En el curso 2020-2021, la Junta de Andalucía “resolvió” la necesidad de la atención sanitaria de guarderías, colegios e institutos con la atención telefónica de enfermeros/as referentes COVID, personal de los centros de salud que, con muy pocos medios y miles de usuarios por sanitario, hicieron un trabajo excepcional atendiendo las demandas de los centros educativos respecto al control de la pandemia.
La sociedad tuvo una pequeña muestra de la capacidad de la enfermería para intervenir en centros educativos, así como del potencial de estos profesionales en este ámbito; todos querían más, la comunidad educativa comenzó a movilizarse para que la figura del Enfermero/a Escolar se implantase en Andalucía.
Sin embargo, la Junta ha jugado a la confusión. Aquellos/as enfermeros/as COVID han sido reconvertidos en Enfermeros/as Referentes de Centros Educativos (ERc) y los han llamado Enfermeros/as Escolares aunque la Junta sepa de sobra que no lo son. Lo han anunciado en medios de comunicación y se les han asignado unas funciones y competencias imposibles de desarrollar. La labor de este personal, además de continuar con sus funciones como referentes COVID desde Salud para estos centros educativos, se reorienta y amplía hacia la prevención de la enfermedad, vigilancia de la salud en general, promoción de hábitos y estilos de vida saludables, y la incorporación de la ayuda al cuidado y del autocuidado en los niños con problemas de salud durante el horario escolar. Valga como ejemplo Almería, una provincia con 103 municipios y una gran dispersión geográfica, con 376 colegios y casi 80 institutos públicos, centenares de centros de Infantil y decenas de concertados y donde el total de las ERc para todos ellos es de 42.
Asumir la alta carga de trabajo encomendada a este personal es una misión inalcanzable. Si la Junta de Andalucía sabe que este pequeño número de sanitarios no va a tener ningún impacto en los centros escolares ni va a conseguir mejorar la salud del alumnado con enfermedades crónicas ni del resto de la comunidad educativa, ¿para qué crean esta figura?
La respuesta a esta pregunta es clara: para crear un efecto placebo en la sociedad y apagar la demanda de personal de Enfermería Escolar.
Y parece que lo hayan conseguido. Durante el curso pasado, sindicatos, direcciones de centros, asociaciones de padres y madres, asociaciones de personas con enfermedades crónicas, colegios profesionales y universidades se unieron en Andalucía bajo el lema #EnfermeríaEscolarYA.
La creación de esta nueva figura, la ERc, ha creado confusión y ha desmovilizado a la sociedad y, como un medicamento placebo, ha hecho creer que es la solución a los problemas de salud de nuestros escolares y a la falta de formación en hábitos y conductas saludables cuando su actividad será totalmente inocua.
Pensar que este escaso personal, desde su centro de salud, por teléfono, pudiendo hacer solo alguna presencia mensual en cada centro y teniendo que responder a las necesidades de unos 15 centros educativos cada una puede sustituir a un/a Enfermero/a Escolar es, cuanto menos, inocente.
Los Enfermeros/as Escolares son un grupo de profesionales con una formación específica, que forma parte del personal del centro educativo, con las funciones y competencias asignadas a la ERc pero con presencia y tiempo suficiente para desarrollarlas.
La Enfermería Escolar está implantada desde hace décadas en muchos países de nuestro entorno y en otras comunidades como Madrid o Castilla-La Mancha con excelentes resultados y con una rentabilidad social y económica verificada por numerosos estudios. Vamos a dejarnos de placebos y exijamos Enfermeros/as Escolares, de verdad, en cada centro educativo en Andalucía.
¿Qué ventajas tiene para la comunidad educativa la presencia de Enfermeros/as Escolares?
Para las familias:
- Tranquilidad y seguridad. Las familias de todo el alumnado pero, sobre todo las del alumnado NEAE, con enfermedades crónicas u otras, saben que sus hijas e hijos estarán bien atendidos durante toda la jornada.
- Conciliación. En los centros donde no hay personal sanitario o PTIS, las familias tienen que hacer malabarismos para poder desplazarse al centro en caso de que sus hijos e hijas lo requieran porque necesitan que alguien les pinche la insulina o les ayude a comer, beber o ir al baño.
Para el alumnado:
- Atención a sus necesidades sanitarias. Enfermedades y problemas de salud ordinarias y accidentes (cefaleas, lipotimias, caídas…).
- Hacer efectivo el derecho a la Educación del alumnado NEAE. Para mucho alumnado NEAE, que no haya Enfermero/a Escolar en su centro supone no recibir clase o asistir poniendo su vida en peligro. Por tanto, la ausencia de Enfermero/a Escolar supone una discriminación de la Administración hacia este alumnado.
- Atención a enfermedades crónicas, trastornos y alergias (diabetes, epilepsia, TDAH…).
- Educación para la salud y la prevención (educación alimenticia, adicciones, ITS…).
- Diagnóstico precoz de enfermedades y problemas de salud (trastornos alimenticios, depresión…).
- Evitar agravios comparativos. El alumnado de los centros educativos públicos andaluces tiene el mismo derecho a tener Enfermería Escolar que el de otras comunidades autónomas.
Para el personal docente:
- No asumir riesgos que no les corresponden. El personal docente no es personal sanitario, no tiene la formación necesaria ni es su competencia. Excederse de sus funciones puede conllevar, en este caso, más riesgos que beneficios.
- Mejorar su rendimiento. La Administración ya sobrecarga bastante al profesorado con tareas burocráticas como para endosarle además atenciones sanitarias al alumnado.
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