La vorágine de acontecimientos recientes, con detenciones y encarcelamientos, muestran la diversidad de discursos, bastantes de ellos contradictorios. El que las decisiones judiciales se basan en planteamientos políticos, o que son presos políticos, se repite machaconamente. Y es cierto que son presos políticos, como todos, ya que las leyes la hacen los políticos en los parlamentos y por tanto lo que las leyes impiden hacer se fundamenta en decisiones políticas. Todos los presos lo son por decisiones políticas parlamentarias.
Hay quienes sostienen que todo el poder es uno, que no hay división de poderes y que la democracia parlamentaria pretende enmascarar, con esta supuesta división, la esencia totalitaria del poder real. Entre estas personas hay mucho político que, si de verdad piensan eso, deberían ser coherentes y denunciar constantemente esta inmensa estafa al pueblo. No creen en la imparcialidad de los jueces y son ellos mismos los que recurren a tribunales. Y más aún, cuando, al final, todos los partidos parlamentarios legitiman esta pantomima al acudir a las elecciones dando a entender al pueblo, engañado, que esto de votar democráticamente arregla algo. Y llama la atención que sean personas inscritas en partidos políticos quienes denuncian la nula división de poderes, expresando con ello que este estado constitucional no tiene nada de estado de derecho y sí mucho de dictadura disfrazada de democracia.
Quienes hablan de que los políticos recientemente encarcelados son presos políticos, no asumen algo que constantemente reivindican: El imperio de la ley. Siguiendo la lógica de quienes están en los parlamentos cuando estos aprueban leyes desean que sean los jueces los garantes de su cumplimiento. Una de dos, o los jueces son prevaricadores, en cuyo caso habría que denunciar a los jueces; o si no son prevaricadores, es que las leyes que estos jueces invocan son injustas, a su criterio. En ese caso son los políticos que las aprobaron los responsables de su existencia. En cualquier caso los políticos que detentan el poder legislativo, son los responsables de esos encarcelamientos bien por acción u omisión, y no quien gobierna. Cabe preguntarse ¿Por qué tampoco presentan propuestas parlamentarias para cambiarlas?
Por otro lado quienes conocen las leyes, y estos políticos encarcelados las conocen bien, cuando las quebrantan ¿Qué esperan? Los políticos que hoy que se quejan de que la ley se les aplique son unos fariseos, y quienes arremeten contra los jueces por aplicar esas leyes son incoherentes, cuando ellos mismos se presentan ante esos jueces y reclaman justicia con la ley en la mano. ¿Les gusta o no les gusta la ley? Un verdadero galimatías que se complica cuando los separatistas y otros istas enuncian que el problema catalán no se resolverá en los tribunales, sino negociando. La pregunta es ¿sin cambiar las leyes qué es posible negociar? Quienes están en los parlamentos y piensan eso ¿por qué no se ponen de acuerdo y cambian las leyes?
Fdo. Rafael Fenoy Rico