El curso ha arrancado y los centros educativos de Andalucía ya están colapsados. No son seguros para el alumnado ni para el personal trabajador. A la falta de planificación y a la improvisación de una Consejería de Educación descontrolada, se añade la falta de coordinación con la Consejería de Salud.
Ante la gravedad de la situación, el sindicato CGT ha convocado huelga general educativa para los días 9 y 15 de octubre en la Educación Pública de todos los niveles no universitarios para exigir que se destinen con urgencia los recursos necesarios para garantizar la educación presencial y la salud de la comunidad educativa.
Ante esta llamada, el colectivo docente y demás trabajadoras de los centros educativos públicos no podemos mirar hacia otro lado, como si no fuera con nosotros. No podemos empezar con la retahíla de excusas para no implicarnos en esta lucha.
Basta de subterfugios de que las huelgas no sirven: bien funcionaron para eliminar el trabajo infantil, conseguir la jornada laboral de máximo 8 horas, la ley de convenios colectivos y la readmisión de despidos.
Basta de lamentaciones de que la huelga de un día no sirve y que debe ser indefinida. Para caminar primero hay que dar un paso; empecemos organizados y movilizados el día 9, después el 15, y decidamos asambleariamente la continuidad.
Basta de esconderse en que debe ser unitaria. Claro que con unidad tenemos más fuerza, pero la unidad debe ser para hacer frente, no para resignarse.
Basta de evasiones con que si se hace el viernes o lunes no es serio: si te implicas te da igual el día laborable que se convoque.
Basta de rehuir diciendo que a la Consejería le interesan las huelgas para ahorrarse dinero. La Consejería nos quiere callados, sumisos y conformistas, nunca rebeldes y combativos.
Basta de esquivar la huelga con el argumento de que necesitamos creatividad: la potenciaremos todo lo posible pero con objetivos claros y reforzando la huelga, no reemplazándola.
Basta de justificarse diciendo que nos instalamos en la negatividad y la queja, que la pandemia es una oportunidad para innovar. Si se hacen políticas contra nosotros, hay que ser conscientes y no aislarse ni alienarse. Ni la vocación ni la imaginación pueden compensar la desinversión llevada a cabo por la administración durante más de una década. Y tengamos claro que con la huelga no perjudicamos a las familias sino todo lo contrario: luchamos por los derechos de sus hijos e hijas.
Debemos actuar o cada vez nos tratarán peor. Nos dijeron hace meses que ampliarían espacios y bajarían las ratios a 15 alumnos por aula, pero seguimos en centros masificados con más de 25 niños en Infantil y Primaria y más de 30 jóvenes en Secundaria, sin distancia de seguridad ni poder atender correctamente. Tenemos compañeras de riesgo a las que obligan a ir a los centros. No nos hacen PCR a pesar de estar en contacto con casos positivos de COVID-19. La Consejería distribuye mascarillas insuficientes que no nos protegen adecuadamente. Asumimos tareas sanitarias que corresponden a profesionales de la Salud. La Junta se desentiende y delega la gestión de la crisis en los equipos directivos. Elimina la Educación Especial por no contratar a más personal. Faltan materiales, limpieza y desinfección.
Llegados a este punto, los trabajadores y trabajadoras de la Educación Pública decidimos si queremos ser un ejemplo de lucha para el alumnado, defendiendo los derechos sociales y laborales, o un ejemplo de conformismo. Solo hay una manera de mejorar la grave situación actual y es con la huelga de los días 9 y 15 de octubre, ¡y las que hagan falta! ¡Paremos los centros educativos, vaciemos las aulas y llenemos las calles! Compañeras y compañeros, ¡vamos todas a la huelga!