La lotería de las oposiciones, un año más, deja insatisfecha a la mayor parte de las personas opositoras

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Tras la publicación de los resultados de la primera prueba de las oposiciones por la mayor de los tribunales de selección, incredulidad, desconcierto e indignación se extienden entre gran parte de las personas opositoras, carentes de la posibilidad de comprobar sus ejercicios y del derecho de reclamación.

Superar la primera prueba de las oposiciones, siempre se ha sabido, tiene mucho de aleatorio y poca objetividad. No se trata de elaborar una prueba que, corregida supuestamente con unos criterios de puntuación comunes, supere el umbral del aprobado. Pasar o no las primeras pruebas escritas depende en última instancia de otros muchos factores que escapan a las posibilidades de comprensión de quienes participan en el proceso, y que conforman todo un curriculo “oculto”. ¿Cúantas personas razonablemente pueden examinarse oralmente en los plazos establecidos por la administración? ¿Qué posibilidades de corrección pausada y tranquila tiene el tribunal para afrontar su tarea en el plazo fijado? ¿Cabe el error humano, amén de la subjetividad, a la hora de puntuar los ejercicios?

Sea como sea, las personas aspirantes nunca tendrán la certeza de por qué la nota obtenida dista sustancialmente de la esperada, nunca podrán ver sus exámenes corregidos ni reclamar, y como mucho pueden esperar una aclaración sumaria del motivo de su nota. Una falta de transparencia y garantías que contrasta radicalmente con el derecho que tiene el alumnado de cualquier nivel educativo para revisar sus calificaciones, recibir explicaciones detalladas y llegado el caso proceder a una reclamación formal.

Aunque la criba sistemática en las pruebas escritas viene siendo la tónica habitual en las oposiciones docentes, los primeros datos que se pueden contrastar en el procedimiento en curso parecen apuntar a que la escabechina de este año ha sido especialmente señalada, y de manera notable en algunas especialidades y tribunales concretos. También parece intuirse una “estrategia” de cribado, basada en las pruebas prácticas de algunas especialidades, cuyos resultados extremadamente bajos han causado perplejidad e indignación a muchas personas.

El ejemplo más llamativo, tal vez, es el de la especialidad de Francés, cuya prueba práctica apenas superan una o dos personas por tribunal, y con calificaciones mayoritariamente inferiores al 2,5 que permitiría hacer media con la prueba teórica. Situaciones similares de suspensos masivos en las pruebas prácticas se dan en bastantes tribunales de otras especialidades, con ejemplos extremos de casos en que solo una persona aprueba el ejercicio práctico (Tribunal 19 de Matemáticas).

Tal vez la masificación de estas pruebas de selección, unida al efecto COVID (consciente o inconscientemente), tenga mucho que ver con los resultados de este año, que han destrozado las ilusiones de tantas personas. Especialmente doloroso es el caso de aquellas que acumulan años de servicio como personal interino y que han superado la fase de oposición completa en varias ocasiones en convocatorias pasadas, y ahora se ven eliminadas a las primeras de cambio por décimas o centésimas.

No tiene sentido que miles de personas se vean obligadas a concurrir a la fase de oposición año tras año, habiéndola superado con anterioridad y en mas de una ocasión. No tiene sentido que compitan por las mismas plazas con las miles de personas opositoras sin tiempo de servicio, en una contienda desigual y cruenta que a nadie contenta y que solo beneficia al lobby de las academias y de algunos sindicatos que se lucran preparando oposiciones o “concertando” descuentos en academias a su afiliación.

Hay que reformar este sistema de una vez por todas, pero no sin antes hacer justicia a todas las personas que han aprobado una o más veces este procedimiento criminal y llevan acumulados años de servicio docente que bien podía haber sido evaluado. Con toda seguridad, sería un criterio de acceso mucho más transparente y objetivo que el actual y escrupulosamente garante con lo que exige la normativa: demostrar capacidad y mérito en igualdad.

Desde CGT queremos felicitar a todas las personas que han pasado esta criba, y manifestar nuestro apoyo y solidaridad a todas aquellas que esta vez no lo han conseguido. Al tiempo, exigimos a la administración que, cuanto menos, se garantice el derecho de las personas opositoras a la revisión de sus ejercicios y a recibir de manera detallada las explicaciones oportunas.

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