Hace dos días aparecía en prensa el titular “Andalucía plantea que los docentes sin vacunar no impartan clase y se sometan a test diarios”.
No sabemos si se trata de una ocurrencia, otra más, de nuestro consejero, si es un globo sonda (para desviar la atención, por ejemplo, del cúmulo de personas que está dejando su puesto en la Consejería de Educación) o si en algún resquicio de su cerebro tiene esa determinación.
Parece increíble que el ex entrenador de baloncesto se lleve las manos a la cabeza cuando no ha querido disminuir las ratios, no ha sido capaz de dotar a los centros de personal suficiente para desdoblar los grupos, no se inmuta si hay: mala ventilación en las escuelas, temperaturas extremas, amianto, acumulación de CO2… Eso son minucias (pensará) que no afectan a la salud de estudiantes, docentes y demás personal.
Hemos estado año y pico dando clases sin vacunas: ¿a qué viene esto ahora? ¿Y el alumnado sin vacunar no tendrá derecho a recibir clases? ¿De veras va a poner a ese profesorado a hacer otras tareas? ¿Va a contratar a más docentes para que hagan sus funciones? Señor MEDAC, si abre usted ese melón, igual le estalla en la cara.
La escuela pública andaluza necesita urgentemente vacunarse, claro que sí: de los intereses privados y empresariales, de las externalizaciones, de contratos precarios, de nepotismo… Y, por supuesto, de dirigentes ineptos.
Si hay personas que trabajan en la enseñanza pública y -por los motivos que sea- no se han vacunado, no se les puede imponer que lo hagan, no se les puede discriminar.
Nuestra organización está en contra de cualquier medida propia de regímenes totalitarios y autoritarios.