Gustavo Amorfo Bécquer

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Mucha gente estará al tanto de que el pasado año se celebró el 150 aniversario de la muerte del insigne poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer. Lo que probablemente no es tan conocido es que este año 2021 se conmemora el 150 aniversario del fallecimiento de su primo Gustavo Amorfo Bécquer, también poeta, pero no tan conocido: tal vez porque nunca llegó a ver publicado ninguno de sus poemas ni obras en prosa.

Gustavo Amorfo, docente de profesión, pasó casi toda su vida laboral como profesor interino de Lengua y Literatura, lo que le permitió recorrer gran parte de la geografía de la España de su época, que no hay que olvidar que en ese tiempo contaba con bastantes territorios coloniales; de hecho, el primer destino que le otorgó Cipri (Cipriano Morales, subsecretario de interinidades del Ministerio de Instrucción) fue en Cumanayagua, en la Isla de Cuba.

Con el tiempo (veinte años de interinidad dan para mucho), fue obteniendo mejores destinos que le permitieron enseñar ya en diversas zonas del territorio peninsular. Su paso dejó una importante huella en Los Monegros, Las Hurdes, el Desierto de Tabernas o Las Alpujarras, por citar algunos de los lugares más cercanos a su Sevilla natal en los que trabajó.

A diferencia de su primo, Gustavo Amorfo se decantó por la poesía social, si bien usando las mismas estructuras métricas tan en boga en el Romanticismo, y no es de extrañar que sus temas principales estén relacionados con la educación, mundo que vivía tan de cerca.

Gustavo Amorfo comparte también con su primo el hecho de su temprana muerte, pues falleció el 24 de agosto de 1871, a los 37 años de edad, justo un mes después de haber superado las oposiciones ministeriales que le aseguraban una plaza como funcionario docente en Fernando Po.

A su muerte dejó varias cajas con innumerables poemas, relatos cortos, programaciones de aula e informes de evaluación por completar; material que está siendo expurgado y del que hemos querido dar a conocer un adelanto. Se trata de dos poemas de su puño y letra contenidos en un cuaderno de clase junto a otras piezas no menos interesantes, y que el propio autor titulaba Ripios y Meriendas.

Con la publicación de estos dos ripios queremos rendir un sincero homenaje a Gustavo Amorfo Bécquer y a todo el profesorado interino que, hoy como ayer, espera la mano de nieve que sepa estabilizarlo.

Ripio LIII

Volverán las docentes interinas
en su balcón pancartas a colgar,
y otra vez con la camiseta verde
saldrán a protestar.

Pero aquellas que no saquen la plaza
y otro año no puedan trabajar,
habiendo aprobado muchas veces,
esas… ¡dime qué harán!

Volverán interinos e interinas
a exigir su estabilidad,
esgrimiendo sentencias europeas,
y demandas pondrán.

Pero aquellos que no fueron llamados,
que padecieron la precariedad
itinerantes o lejos de casa,
esos… ¡no currarán!

Volverán el concurso de méritos
que contempla el EBEP a reclamar,
y que se ponga de una vez en práctica
de forma excepcional.

Pero aquello que dictamina Europa,
bajar la tasa de interinidad
y dejarla en un ocho por ciento,
eso… ¡no lo verán!

Ripio XI

—Soy concertada, soy la más buena,
yo te aseguro segregación;
de ansia de plata mi alma está llena.
¿A mí me buscas? —No es a ti, no.

—Yo soy privada, mis cuentas, de oro,
y te prometo dichas sin fin.
Yo con tus pagos gano un tesoro.
¿A mí me llamas? —No, no es a ti.

—Yo soy del pueblo, indestructible;
un cielo abierto con mucha luz;
soy esa escuela que aún es posible;
yo soy la pública. —¡Oh, ven; ven tú!

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