Docentes del Titanic

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Como los músicos del Titanic, así se encuentra el profesorado viendo desde dentro cómo la pandemia se ceba con los centros educativos mientras mantenemos la “normalidad” en las aulas en muchas localidades con más de mil contagios por cada 100 000 habitantes.

Interpretando los títulos de las últimas partituras que nos han dado: “Los centros escolares son espacios seguros”, “La incidencia es mínima”, “Con tres o más positivos se suspende la actividad”, “Se harán rastreo y pruebas cuando haya un positivo”, “El silencio de los positivos”, “Con ventilar un ratito cada hora es suficiente”, “Los niños no transmiten apenas”, etc. 

Rumbo hacia la degradación de la escuela pública, evitar que el iceberg de la pandemia nos hundiera del todo era poco beneficioso para la economía privada, que es la que, nos guste o no, está manejando el timón.

Los conocimientos sobre el funcionamiento del virus han evolucionado mucho en poco tiempo. Mientras, los protocolos de los centros educativos han sido cada vez más laxos, con la sospechosa sensación de que se han dirigido más a esconder las cifras que a solucionar el problema.  Durante meses nos han negado los datos globales y la poca información que se nos ha facilitado ha sido bien “cocinada”. Han invertido mucho en publicidad y en medios de comunicación para dar la apariencia de normalidad. Ahora, silencio: no hay forma de negar la evidencia. Y con todo esto, en vez de parar y reflexionar, patada hacia delante con el mantra “A mi manera”. Entretanto: cada vez más contagios, cada vez más ingresos y saturación en los hospitales, cada vez más muertes.

Muchas familias ya han saltado del barco en localidades como La Línea de la Concepción, donde el absentismo en las escuelas, con toda lógica, es más que mayoritario.

Los países de nuestro alrededor están cerrando las escuelas. ¿Qué sentido tiene mantener aulas abiertas en estas condiciones? ¿Para qué tomar medidas sociales más restrictivas si en los centros educativos no se cumplen las mínimas garantías?

Si la Consejería hubiera hecho algo de lo que venimos exigiendo desde antes del verano (bajada de ratios, protocolos por expertos, contratación de personal, habilitación de espacios…), quizás no estaríamos en esta situación. La Junta ha demostrado su absoluta incapacidad para proteger el entorno escolar.

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