Volem votar. Grandes dependientes

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Quienes están por votar, si o si, el 1 de octubre, parecen enajenados del cotidiano discurrir de sus vidas. A la vista de los acontecimientos nada parece indicar que en el ánimo de las gentes, del pueblo que habita Cataluña, exista preocupación alguna fuera de esto de ir a votar. No se escucha aquello de: -ha llegado el recibo de la hipoteca y no me alcanza. O esto de: -que si debo en la tienda de comestibles la cuenta de la semana pasada y no tengo para pagarla. Tampoco este lamento: -que no puedo recoger el coche del taller porque llevo parado ni se sabe. Tampoco nadie se queja de las colas de espera para recibir atención médica, ni de las multas recaudatorias que a diestro y siniestro se aplican, ni la matrícula del “nene” o de la “nena”, que no entra en el colegio tal o cual, o de los ruidos nocturnos provocados por personal bebido y con ganas de juerga, ni tan siquiera de los muertos del atentado terrorista. La vida transcurre en el idílico vergel catalán sin sobresaltos y ¡eso sí! lo importante es votar el 1 de octubre. Porque a quienes expectantes asisten a este circo mediático se les escapa, será porque no comprende bien esto del in.dependentismo, que el día 2 de octubre todo estará arreglado, todo estará OK, y la felicidad más maravillosa se instalará en esa bendita tierra del “pa amb tomàquet”.

¿Qué se sabe realmente sobre lo que encierra el día 1 de octubre? Cierto es que sólo se habla de que unas gentes se “expresen”. Con un mensaje que asombra por su inocencia y sencillez. Y algunos responsables políticos, fuera de Cataluña, reproducen este cándido mensaje, cual si fuese verdad que eso de expresarse fuese el objetivo del 1 de octubre. El buenismo se ha instalado en las mentes de esos políticos que pregonan la necesidad de sentarse a hablar, pero que ninguno de ellos dice sobre qué. Ese al menos ha sido el mensaje de las alcaldesas Carmena y Colau, que juntas critican al PP por su falta de visión, pero en modo alguno afean la tozudez de quienes toman decisiones por encima de una ley que desprecian, aunque gracias a ella ostentan cargos públicos, cobran buenos sueldos y tienen recursos para desobedecerla. Las incoherencias son palmarias, pero eso el buenismo no acaba de enfatizarlo, y proclama que la consulta debe hacerse con garantías, sin decir cuáles y que deben utilizarse otras palabras…¿Cuáles? Los buenistas están dejándose el prestigio político en esta estéril pugna entre burgueses que en el fondo pretenden, mangoneando más a los pueblos, mojar más pan en el aceite común, para su exclusivo provecho. Porque con tanto “Volem votar” solo persiguen hacer a las gentes de Cataluña aún más grandes dependientes. ¡Que otro sentido tiene para ellos la in-dependencia!

Fdo Rafael Fenoy Rico