Separatismos y egoísmos un año después.

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Esto de “hágame un país a mi medida” es algo que desde el inicio del
capitalismo se desarrolló de manera espectacular y muy especialmente cuando
los grandes imperios coloniales quebraron después de dejar en los campos de
batalla de la primera guerra mundial millones de muertos. La segunda guerra
también iba de lo mismo y en este caso el movimiento inverso del Reich
alemán, buscando la reconstrucción del antiguo imperialismo germano, llevó
al holocausto al mundo exacerbando las más bajas pasiones de la siempre
frágil condición humana. El exterminio por razón de religión, etnia o
nacionalidad se impuso a la lógica de la fraternidad, de la cooperación, de
la unidad.

Por ello hablar de separatismos basados en nacionalismos huele tan añejo
que da arcadas. Y el pueblo, ese pueblo al que se le atonta con canciones
independentistas acaba sucumbiendo a los encantos de “solos mejor para
nos”. Ya que el razonamiento es de tal simplicidad que asusta que exista
quien se lo crea. Por ejemplo “España nos roba”, o “pagamos más estando
dentro que fuera”, o “Madrid dirige nuestros destinos”… Al final un grupo
de listos empresarios y políticos, o mejor dicho políticos empresarios, que
no les gusta compartir, se apropian la tarta de los beneficios esquilmados
al pueblo catalán. Escenifican ante el pueblo, cual si de una partida de
naipes se tratara, una lucha en la que cada grupo apuesta a quedarse con
todo el poder político y económico de Cataluña. Pero esconden la más que
indiscutible verdad y es que en la economía global eso es imposible, ya que
al final son intereses globales los que se reparte globalmente el pastel
dejando las migajas para políticos independentistas que de esta forma
tendrán algo de más sueldo y algunos sillones más para disfrutarlos.

Hace un año ya extrañaba que exponentes de la talla del empresario catalán
Artur Carulla que dirige el

holding familiar

Agrolimen,
que controla el grupo alimentario Gallina Blanca, la
empresa de alimentación animal, cadenas de comida rápida como Pans &
Company o Bocatta, así como otras más, se manifieste tan imprudente como
abiertamente a favor del independentismo catalana. ¿O no? Ya que como buen
empresario sabe hacer cuentas y las posibles pérdidas en el mercado
español, por un posible boicot a los productos y marcas que comercializa,
estarán más que compensadas con la exportación a países extranjeros. Se
supone que también están hechas las cuentas de cuanto IVA se obtendrá en
Cataluña si se produjera la desconexión con España. También hace un año se
conocía que empresarios como Salvador Alemany (Abertis),Josep Oliu (Banco Sabadell), Amancio López (Hotusa)… todo el sector bancario incluyendo
los grandes catalanes Sabadell y Caixa no estaban contentos con
desconectarse. Ahora hasta la banca catalana dice que NO a la desconexión,
por lo que no parece que las cuentas estén bien hechas, poniendo de
manifiesto que al fin y al cabo, a quienes mandan en Cataluña les importa
un pimiento, el bienestar del pueblo catalán, ya que siempre hay mucho de
egoísmo es esto del separatismo.

Esta guerra de “capitalistas” no sorprende. La pregunta es ¿Cómo es posible
que este egoísmo rotundo, que fundamenta el separatismo, sea apoyado por
mentes y corazones que dicen vivir la fraternidad y la solidaridad?

Fdo Rafael Fenoy Rico