La falta de rigor puesta de manifiesto en las oposiciones del año pasado continúa éste. Eso no ha cambiado con el nuevo Consejero.
A la Consejería se le llena la boca con la «excelencia educativa», pero ¿dónde queda la excelencia en las pruebas de selección de su profesorado? Se está jugando con el destino y el Destino de muchas personas. No es de recibo el cúmulo de errores en un examen: 2 de 3 supuestos con fallos. ¿Cómo se puede suspender a alguien con semejante punto de partida?
El examen hace bastante que ha empezado. Cuando se percatan del despropósito, unos tribunales aumentan el tiempo en 25 minutos; otros, en 40; otros, en 60. En algunos tribunales corrigen el supuesto 1 y 3; en varios ponen un audio de Consejería para subsanar el error solo del tercero. Quienes empezaron por uno de los supuestos con fallos gastaron un tiempo precioso que no se vio compensado, sino todo lo contrario, con el tiempo extra asignado por igual al conjunto de examinandos. La forma de corregir dichos errores no ha permitido una prueba en igualdad de condiciones. El perjuicio ocasionado debería resarcirse.
El desequilibrio acción/consecuencias es la clave. Cuando un aspirante no pulsa un botón, sale expulsado de la lista. Cuando alguien que tiene una comisión no le da al firmo y registro, se queda sin comisión. Mientras tanto, en la Administración hay una inmunidad absoluta. Los errores se repiten y no pasa absolutamente nada.
La expresión latina Errare humanum est se utiliza para indicar que es intrínseco a la naturaleza humana el equivocarse, por lo que hay que aceptar los errores y aprender de ellos para evitar que se repitan. Puede tener sentido si se trata de un fallo esporádico. Sin embargo, el aforismo completo dice: Errare humanum est, sed perseverare diabolicum. Traducido literalmente significa: «Errar es humano, pero perseverar (en el error) es diabólico».
Desde CGT entendemos que hay que pedir responsabilidades a quien preside la comisión de selección. Se está jugando con el futuro de miles de personas a las que se les pide profesionalidad y se les dan pruebas mal elaboradas. La Consejería suma y sigue en despropósitos.