Este año escolar empezó sin habernos sobrepuesto aún del último trimestre del curso pasado ni tampoco de un verano demencial de instrucciones y circulares de todos los colores que nos tuvieron en tensión hasta el inicio mismo de las clases. A la Consejería le gusta darle emoción a nuestro trabajo. En esa línea, dos días antes del merecido descanso navideño de fin de un trimestre complicado, tenso, con trabajo a destajo y de riesgo, las direcciones de los centros y sus docentes empiezan a recibir mensajes de que deben hacerse los test COVID antes de la reincorporación tras las navidades.
Dichas comunicaciones proceden del personal sanitario de referencia y, por extensión, de quienes realizan la Coordinación COVID en los centros. Estas personas no tienen potestad para eso. No son quiénes para pedirlo y menos para exigirlo.
Los mensajes indican lo siguiente:
-Que los días 4 y 5 de enero (el domingo 3 en alguna provincia) el profesorado habrá de someterse al test de antígenos.
-Que, en caso de no acudir los días señalados, tendrán que presentar un justificante de haberse hecho la prueba.
-Que la no realización de las pruebas sería bajo responsabilidad de cada cual en caso de producirse brote o contagio y no habérsela hecho.
-Llegan incluso a amenazar con la inspección educativa, la cual sabe lo mismo que cualquier docente sobre este tema (nada más) y que, sin una norma a la que agarrarse, no va a tomar ninguna medida.
¿Tiene sentido promover desplazamientos de miles de personas, muchas de las cuales tal vez pasen estos días en otra provincia o fuera de Andalucía solo para esa prueba? Supondría movilizar a unas 250000. Resultarían doblemente afectadas quienes tuviesen que cambiar billetes, hacer cancelaciones, etc. El 5 de enero se verían auténticas cabalgatas de docentes en peregrinación para recoger su regalo, aglomeraciones incluidas. Pero no estamos en septiembre, cuando los casos eran muchos menos, las pruebas se hicieron a lo largo de dos semanas y los hospitales y centros de salud no estaban atestados. No parece que en enero tengamos el mismo escenario. Todo lo contrario. De lo que se trata es de un acto publicitario, de cara a la galería, que parezca que estamos protegidos. Teatro. La plantilla se hace la prueba el 4 o el 5, y el 7 o el 8, cuando los docentes se incorporen a su centro, pueden haber cogido el virus. Todo muy lógico.
Entretanto, se falta el respeto a quienes trabajamos en los centros. No son formas. La Junta se quiere lavar la cara pero sigue sin ofrecer seguridad a su personal, especialmente al de riesgo. Se obliga al personal sanitario a cambiar sus vacaciones (parece mentira) cuando tendrían que ampliárselas. Y las Delegaciones no saben, no contestan.
Por último, y no menos importante, recordamos que hacerse la prueba no es obligatorio.