Parar las migraciones 18 de diciembre día internacional del migrante.

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Parece imposible parar el flujo de centenares de miles, de millones de personas que migran huyendo de la guerra, de la explotación, de la esclavitud, de la muerte… Y parece imposible porque quienes, de buena fe, conocen de estas tragedias no saben, no pueden imaginarse qué hacer, más allá de ayudar a quienes llegan para poder vivir con cierta dignidad entre nosotros. Además de ayudar a los “refugiados interiores” a nuestros pobres, desahuciados, excluidos del ejercicio de derechos humanos básicos.

No parece que la intervención de los gobiernos haya resuelto nada, más bien al contrario, ya que lejos de atajar la hemorragia de vidas que escapan de las tierras moribundas, encima se dedican a poner todos los obstáculos posibles para que quienes escapan de la desesperanza puedan llegar hasta nuestras tierras menos moribundas que aquellas.

Ir a la raíz de la situación sin duda es la única forma de solucionarla. Y la raíz se encuentra en los países de origen de las migraciones. Y siempre la acumulación de riqueza es la esencia de todo. ¿Por qué una guerra? ¿Para qué unas dictaduras? Unas cuantas empresas multinacionales controlan la fabricación de armas. Y estas se usan para generar guerras, guerrillas, o afianzar el poder despótico de dictadores sin alma. Si de verdad los gobiernos del mundo mundial, pero sobre todo los del G8, decidieran controlar de verdad la fabricación y comercio de las armas, los conflictos durarían lo que permitieran los arsenales ya adquiridos, pero ni un minuto más.

Si cientos de millones de consumidores dejaran de comprar productos fabricados o que contengan materiales que comercializan las multinacionales que apoyan los conflictos y que monopolizan las materias primas estratégicas en los terceros mundos, otro gallo cantaría. Los diamantes de sangre dejarían de tener valor ya que no serían comprados. Y si no tienen valor para que invertir en más muertes.

Sangrientos negocios y guerras se pararían “ipso facto”, ¡ya!, sólo con la acción de consumidores responsables. Para ello es imprescindible exigir a los gobiernos, alentando también un periodismo de investigación, que faciliten el conocimiento sobre quien es quien, para hacer un inmenso boicot consumerista. Bien podrían certificar que lo que consumimos, no es sólo respetuoso con el medio ambiente sino, y sobre todo, que no está manchado con la sangre de inocentes.

Fdo. Rafael Fenoy Rico