Macrogranjas escolares

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Existen tres tipos de mentira: las pequeñas mentiras, las grandes mentiras y las estadísticas oficiales sobre contagios por COVID en los centros educativos.

CGT te lo explicamos claro: para nuestros políticos, los centros educativos son macrogranjas de alumnado y profesorado. Andalucía, tras Madrid, se lleva la palma en las peores condiciones de hacinamiento/ratio educativa (curiosamente, las dos comunidades que más falsean a día de hoy los datos de incidencia COVID).

Lo venimos explicando desde el inicio de la pandemia, denunciando que a toda la comunidad escolar se nos ha arrojado a los pies de los caballos sin realizar ni un miserable esfuerzo por garantizar un mínimo de seguridad en las aulas. Se nos trata cual piara de cerdos encerrados en una macrogranja a los que se abandona a su suerte tras una inundación.

Nuestros vecinos franceses han dado un puñetazo en la mesa y han conseguido la mayor de las reivindicaciones posibles que se puede conseguir con una huelga educativa: la dignificación de la profesión docente y su dignidad individual como trabajadoras.
¡¡¡Tres oinks por ellos!!! Perdón, tres hurras.

No podemos olvidar que en dos o tres semanas ya nos habremos contagiado por COVID-19 la gran mayoría de trabajadores, alumnado y familias de sus macrogranjas educativas.

Es muy probable que en ese momento queramos olvidarnos de cómo nos han tratado:

  • Nos han utilizado como “aparca-ganado” en vez de promover políticas de conciliación familiar.
  • No nos han proporcionado medidas básicas de protección como mascarillas FFP2, purificadores de aire o medidores de CO2 en sus “jaulas”.
  • Nos han mareado con la modificación continua de los protocolos con el único objetivo de enmascarar estadísticamente la enfermedad y la evidencia aplastante de la transmisión masiva del virus por aerosoles en las aulas debido a la mala calidad del aire en los espacios cerrados y la alta contaminación por la concentración en sus explotaciones intensivas.
  • Han dinamitado la atención primaria, saturando a los profesionales de los centros de salud que realizaban la fundamental tarea de coordinarse con nuestros centros educativos y ya ni siquiera tenemos “veterinarios” para consultas y asesoramiento de primera mano.
  • Han exprimido las ratios hasta la ilegalidad, provocando un hacinamiento generalizado y exponiéndonos a riesgos innecesarios. Todo esto con el agravante de haber suprimido el espacio de centenares de lo que deben de considerar como “jaulas de lechoncitos” en las etapas más sensibles y vulnerables de Infantil y Primaria. Ya lo decíamos hace un año: hasta las gallinas ponedoras están más confortables en sus jaulas que nuestro alumnado.
  • Han eliminado los desdobles y han mandado “hacer jamones” de miles de colegas docentes que trabajaban el curso pasado junto a nosotras. A este hecho hay que sumar la mala gestión de las sustituciones de bajas y ausencias que nos ha obligado a producir embutido a destajo al 200% de nuestras posibilidades.

Queda con todo esto evidenciado el animalismo de nuestros dirigentes: “cuatro patas bueno, dos piernas malo”.

En definitiva, vamos a alcanzar la inmunidad de rebaño frente a la COVID-19 siendo tratados como animales y a costa de un forzado contagio colectivo en nuestros centros escolares, su gran macrogranja educativa.

Napoleón podría llamarse hoy en día Javier, Pilar, Juanma, Pedro… es el mismo collar con distintos cerdos.

Si quieres ser una ovejita negra que campa a sus anchas por extensos prados sin cercas:

¡Organízate y lucha! ¡Por tu dignidad, por la dignidad docente!

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