¿Se van a reabrir los centros?

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CGT insta a la Consejería a solicitar a las autoridades sanitarias un protocolo de apertura de los centros para el inicio del próximo curso

Leemos en la prensa que Juanma Moreno Bonilla pretende que se reanuden las clases el 15 de mayo. «Si los padres quieren trabajar, necesitan que los niños vayan al cole», dice el presidente, como si los padres y las madres estuviesen deseando romper el confinamiento y arriesgar la salud para poder seguir produciendo, como si la escuela fuera simplemente un lugar en el que dejar a los menores aparcados mientras se dedican a lo que más les gusta: trabajar.

Evidentemente, el presidente sabe que la reapertura de los centros escolares no depende en absoluto de él mientras sigamos en estado de alarma (en principio hasta el 10 de mayo pero que presumiblemente se alargará).

¿A qué vienen entonces estas declaraciones? Sin duda, busca ser noticia y crear más alarma e incertidumbre, como cuando anunció que los altos cargos de la Junta romperían el confinamiento para volver a sus puestos de trabajo, y por supuesto, denota una falta de programa y un altísimo nivel de improvisación evidenciados en la rectificación anunciada tres horas más tarde.

Recogemos el guante y le recordamos al presidente de la Junta que en ningún caso vamos a permitir que se anteponga la actividad económica a la salvaguarda de la salud de las personas.

Como ya denunciamos en cada una de las delegaciones territoriales de Educación y en una carta abierta al consejero Javier Imbroda, responsable último de la seguridad y salud de todo el personal que trabaja en centros educativos andaluces, si se pretende que volvamos a los centros, es imprescindible la elaboración de un protocolo que garantice la salud de trabajadoras y alumnado.

¿Que han cambiado muchas cosas? Es evidente. Una sociedad que de la noche a la mañana acaba enclaustrada en sus domicilios, a la que se impone la “distancia” de los otros, a la que se le impide abrazar y besar a sus seres queridos, donde casi toda la actividad ciudadana, social, económica se paraliza… Escuelas, Universidades, Institutos clausurados… Efectivamente, mucho ha cambiado, y profundamente. En la Educación, por primera vez en la historia, los procesos de enseñanza aprendizaje se realizan online, a distancia y de manera más que improvisada, contando con el esfuerzo de la comunidad educativa. Un trabajo de alumnado, familias y docentes que se sostiene durante semanas, de manera constante y mientras soportan un duro confinamiento en sus viviendas.

Esta nueva realidad ha puesto de manifiesto la enorme voluntad de salir adelante, una extraordinaria capacidad de improvisación y adaptación y también lo que es manifiestamente mejorable. Parece que va llegando el momento de pensar en el tránsito hacia la normalidad del mundo escolar. Es preciso definir modelos de apertura de centros educativos y eso supondrá nuevos modos de relación vinculados a las medidas sanitarias que en cada momento sean aconsejadas para evitar el repunte de una epidemia que aún no puede darse por superada.

Es imprescindible establecer los protocolos sanitarios precisos para que la actividad de las instituciones escolares se “normalice”. Hasta que no queden fijadas las necesidades sanitarias para mantener la Educación en los centros, es imposible planificar cómo se desarrollará la organización escolar. Por ejemplo, respetar la distancia mínima establecida afectaría a la capacidad de las aulas, cuyo aforo se vería drásticamente reducido para garantizar dicha distancia. Si las instalaciones actuales ya están prácticamente saturadas debido a ratios insostenibles, respetar la distancia de seguridad en los centros para evitar contagios es simplemente inviable.

La posibilidad de utilizar las teleescuelas, introducir el teletrabajo, las escuelas online y compaginar estas medidas con la permanencia física en los centros escolares requeriría ajustes importantes para garantizar la conciliación de la vida laboral y familiar. Tampoco debemos olvidar el papel de cuidado del alumnado que el sistema económico ha adjudicado al sistema educativo: a medida que se vayan relajando las medidas de confinamiento y se reactiven los trabajos presenciales, la población infantil requerirá mayor atención que no podrá ser proporcionada por sus las familias.

En definitiva, se trata de diseñar una nueva organización escolar donde se tenga en cuenta a todas las personas, espacios, tiempo y equipamientos de los centros, así como los medios materiales domésticos del alumnado, para evitar la exclusión de quienes no tienen acceso a redes de comunicación, y del profesorado, para que se pueda comunicar con el resto de compañeras y alumnado.

Este rediseño de la organización escolar afecta a cada centro, por lo que la participación de la comunidad educativa es esencial. Se imponen nuevas formas de “contar con todas las personas afectadas”, para definir comunitariamente la mejor planificación del próximo y “especial” curso escolar 2020-21. Porque los parámetros utilizados hasta el momento no sirven en esta emergencia.

Se percibe que el presente curso escolar está clausurado, a pesar de que queden algunos aspectos por concretar relacionados con la evaluación, calificación, promoción del alumnado y la escolarización para el próximo curso.

Además, no está claro que septiembre vaya a quedar fuera de esta situación de excepcionalidad. Aunque en sus últimas declaraciones, Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, ubique la clave de la vuelta a la normalidad en la “motivación del alumnado” al regreso a las aulas: “En septiembre, el entorno de aprendizaje y el ambiente de las aulas será más diverso que cualquier otro año. Habrá alumnos que vuelven entusiasmados, con muchos aprendizajes online que les habrán enriquecido, gracias al apoyo de sus familias. Otros llegarán desmotivados y ese es el reto, aumentar el refuerzo escolar para esos niños.” Y es que siguen sin enterarse de lo que ha estado ocurriendo en estos meses.

Es ahora, a meses vista, cuando hay que planificar el curso escolar próximo y para ello es necesario tomar decisiones acordes a la previsión de la evolución de la pandemia, la salida del confinamiento y los protocolos sanitarios para la apertura de los centros educativos.

Hoy hay que planificar; mañana será tarde. Y todas las personas y organizaciones, CGT entre ellas, deben poner su experiencia y energía a disposición de la comunidad educativa y de los organismos responsables para afrontar esta emergencia.

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