La Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Salud y Familias, acaba de adoptar nuevas medidas, por razón de salud pública, para la contención de la COVID 19, ya que así lo requiere la situación epidemiológica de algunas localidades. Estas actuaciones se definen como específicas, temporales y excepcionales y su objetivo es evitar una expansión incontrolada del virus, protegiendo así a la población. Dichas medidas afectarán al desarrollo de distintas actividades que pueden favorecer la propagación del virus.
Por supuesto, nos recuerda la Administración que su cumplimiento requiere un nuevo esfuerzo por parte de la población, para evitar un agravamiento de las cifras de contagios que exija la adopción de eventuales medidas aún más drásticas.
Entre esas medidas podemos encontrar un nuevo aislamiento de los ancianos en sus residencias, la prohibición de mercadillos, la limitación de participantes en ceremonias civiles y religiosas o el cierre de parques y jardines públicos, así como zonas infantiles. Igualmente, se determina la limitación del aforo al cincuenta por ciento de establecimientos, locales y servicios abiertos al público, indicando para aquellos dedicados a la hostelería y restauración la imperiosa necesidad de guardar la distancia de seguridad de 1,5 metros.
Podríamos entrar a debatir si estas medidas son acertadas, proporcionadas o si llegan a tiempo. Pero nos parece más importante centrar la atención en un sector por completo ausente de esa batería de actuaciones. ¿Adivinas cuál? La educación. En los centros escolares no será necesario reducir el aforo, ni respetar la distancia de seguridad, ni ninguna otra medida que evite los contagios. En esos centros no será necesario cambiar absolutamente nada, ya que ni tan siquiera los menciona. Ni el alumnado ni los docentes entran dentro de esa población a la que se supone se quiere proteger.
¿A qué se debe todo esto? Se debe a que hace ya tiempo que la educación dejó de importar en nuestra sociedad. Dejó de considerarse como un elemento fundamental en la construcción de nuestro futuro. Esta pandemia nos lo ha dejado bien claro. Y cuando algo importa tan poco, se acaba olvidando, quedando relegado a un lejano rincón de nuestra memoria colectiva, como un fantasma. Y, por supuesto, los fantasmas no se contagian.
Desde CGT advertimos a la Consejería de Sanidad que, si no se toman medidas en los centros escolares (bajada de ratio, contratación de docentes, etc.), los esfuerzos llevados a cabo en otros ámbitos pueden caer en saco roto.