El ingrediente que falta para la secesión

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Para que un movimiento secesionista sea viable se requiere que la parte que desea escindirse tenga suficiente poder para imponer su deseo. Este poder puede venirle de su capacidad para imponer condiciones o de la falta de interés de parte contraria en retenerla unida.

En el caso de Catalunya en tres ocasiones algunas gentes catalanas han pretendido escindirla bien de la corona de Felipe IV en 1641, la intentona de 1714 cuando Felipe V, Borbón ocupó Barcelona, meses después de que Francia se retirara de Cataluña o de la España republicana en el 1931 o el 1934. En esas ocasiones la intervención del quien gobernaba España abortó el movimiento secesionista, siendo la causa esencial la falta de apoyo exterior. Precisamente en la España de 1640 se produjeron dos intentos separatistas: Portugal y Cataluña. El primero se consumó por el apoyo de Francia y el reconocimiento de la entonces comunidad internacional contraria a la Casa de Hausburgo. En Cataluña fue notable el cambio que se produjo en 1641 cuando, después de la proclamación de la república Catalana y ante la llegada de las tropas de la corona, el presidente de la misma la finiquita, apenas unos meses después, proclamando como Conde de Barcelona a Luis XIII rey de Francia. Esta nación extranjera incentivó los dos intentos de secesión del territorio hispano, consumándose el portugués y abortando el catalán. En los intentos protagonizados en 1931 y 1934, la facción independentista no contó con reconocimiento ni apoyo exterior y eso supuso una efímera vida.

En la actualidad Puigdemont, presidente de la autonomía catalana, ha pretendido por activa y por pasiva, de manera insistente, incluso machacona, durante varios años conseguir el apoyo de la llamada comunidad internacional, mediante un despliegue de medios sin precedentes. Ha generado la Generalitat una red de oficinas en el extranjero, suerte de embajadas, que como primer objetivo pretendía generar contactos al más alto nivel político y económico. Configurándose como auténticos lobits en favor de la idea independentista, para garantizar, que una vez terminado el process, la republica catalana fuese reconocida como estado soberano. Recientemente, El Mundo publicaba: “El Gobierno regional de Cataluña contrató a una firma especializada de Estados Unidos para hacer «lobby» ante las autoridades y empresarios norteamericanos por la convocatoria de la consulta ilegal de independencia del 1 de octubre”. A pesar de la opacidad y el sigilo consecuente, puede afirmarse que se han destinado millones de euros a esta tarea, y ¡oiga!, dineros del pueblo catalán, soberanista o no, se han dilapidado en esta intentona. Una vez consumado el despropósito sería lógico pensar de que “la Generalitat ens roba”.

Hace justo un año, octubre de 2016, el confidencial publicaba que “Los nacionalistas confían en que el Estado israelí les proporcione créditos cuando pierdan el respaldo del Banco Central Europeo”. Hasta el momento el Estado de Israel no ha manifestado su apoyo a la declaración de independencia. A pesar de alguna que otra manifestación de personalidades extranjeras lo cierto y verdad es que ningún país ha reconocido la independencia proclamada por Puigdemont el 10 de octubre. La falta total de apoyo del gran capital, hacen inviable cocinar la secesión.

Fdo Rafael Fenoy Rico