Recientemente el Ministerio de Hacienda ha publicado datos sobre el endeudamiento de las administraciones públicas. Comunidades autónomas y municipios se han visto retratados en cuadros de datos donde se refleja el volumen de deuda que soportan y que no para de crecer.
Esto de las finanzas públicas no debiera enfocarse de manera muy distinta a la economía familiar, porque se supone que se rige por el principio del bien común y, en esto, los dineros públicos deben ser más comunes si cabe. Importa, y mucho, que todo el núcleo familiar sea consciente de donde vienen los dineros y de que forman se gastan, así como establecer una regla de oro que siempre supone atender los gastos necesarios para vivir y después, si queda algo, dedicarlo al ahorro, por aquello de los imprevistos, urgencias. Sólo después de esto, si quedase algo dedicarlo al ocio, viajes, renovación de mobiliarios etc. Pero de esta forma no parecen conducirse quienes mandan en los dineros públicos. Y es que para hacer carrera política cuanto más se gaste más parece que se acelera la misma. Con esta endiablada lógica los presupuestos de las administraciones públicas no acaban de apretarse el cinturón, en cuanto a gastos suntuarios, que permiten proyectar mediáticamente la imagen del político de turno o inversiones que permiten también arrimar ascuas a determinadas sardinas amigas empresariales.
En definitiva la cosa no va bien. Pero encima los datos se aportan en un formato que refuerzan prejuicios, permitiendo colgar sambenitos impenitentes en las espaldas de regiones tradicionalmente esquilmadas. Este es el caso de Andalucía, cuyo gobierno no lo hace bien, pero es que en los otros territorios sus gobiernos lo han hecho mucho peor. En esto, PSOE y PP, se reparten a diestra y siniestra responsabilidades. Aparece Andalucía en los datos como la primera, tristemente, en cuanto a incremento de la deuda, entre 2008 y 2014, situándose en la segunda posición en mayor endeudamiento, detrás de Madrid. Y por supuesto comunidades como Galicia, Asturias, Cantabria o La Rioja aparecen como las que más han reducido su endeudamiento en ese periodo. No obstante estableciendo una relación entre deuda y población resulta que esos territorios mantienen por habitante tres y hasta cuatro veces mayor endeudamiento por habitante que Andalucía. Y uno se pregunta: Si son de los que más han ido reduciéndola. ¿Cuánto mayor agravio comparativo existiría antes? Menos Madrid y Aragón, el resto de comunidades tienen más deuda por habitante que Andalucía. ¿De qué estamos hablando?
Los datos muestran unos desequilibrios territoriales, insultantes para el pueblo andaluz e incompatibles con el discurso de que todos los españoles, menos la monarquía, somos iguales ante la ley.
Fdo Rafael Fenoy Rico