La Consejería, a base de protocolos, contraprotocolos, instrucciones, anexos a las instrucciones, nuevas instrucciones, circulares, circunvalaciones, circunloquios y declaraciones circenses, tiene al personal de los centros educativos, al alumnado y a las familias mareados. Y no es casual. De lo que se trata es de crear confusión para generar parálisis. Como si de una prueba visual de un suplemento dominical se tratase, donde hay que buscar las 5 diferencias entre dos dibujos aparentemente iguales, así estamos cada vez que sale alguna «novedad», dejándonos el tiempo que no tenemos en leer y releer la última actualización, que solo aporta una relajación de las medidas anti-COVID.
A la cabeza y a la cola
En Andalucía estamos a la cabeza del paro. A la cabeza de pobreza infantil. A la cabeza de las peores ratios en las aulas. En España estamos a la cola de pruebas PCR de Europa. En Andalucía estamos a la cola de pruebas PCR de España. Y hasta ahora hemos tenido temperaturas agradables. Cuando dentro de dos semanas haya que combinar frío, lluvia y ventilación de aulas con resfriados, estornudos, gripe y su poquito de COVID, los índices de síntomas y de contagios van a subir como la espuma. Un tren de alta velocidad nos viene de frente y estamos en medio de la vía discutiendo si los auriculares son mejores o peores.
Los contactos de mis contactos no son mis contactos
En esas estamos. Asistimos atónitos a las respuestas que se nos dan ante la posibilidad de haber sido contagiados. Señoras y señores, aquí no ha pasado nada. Todo el mundo a trabajar y a cruzar los dedos. Ese es el plan. En la provincia de Sevilla, por ejemplo, de unas 3300 personas que solicitaron la consideración de personal de riesgo, a estas alturas aún no tienen respuesta unas 500, por lo que permanecen en su casa teletrabajando si eso es posible; de las 2800 restantes, 60 han sido catalogadas como NR4 (nivel de riesgo 4) y están con una baja médica. Se trata de casos de docentes de colegios (enseñanza presencial 100%) o de ordenanzas y limpiadores a quienes es imposible adaptarles el puesto de trabajo. Esto no quita que haya multitud de personas con patologías de alto riesgo e inmunodeprimidas a quienes se ha contestado que deben ir a su centro, ponerse la mascarilla y evitar el contacto con personas sintomáticas. Así de crudo. Está más que comprobado que muchas personas que tienen el virus son asintomáticas, especialmente las más pequeñas (de 0 a 14 años los contagios han subido un 211,78%, mientras que de 45 a 64 ha subido un 95%) ¿Qué tiene que ocurrir? Parece que hasta que no muera alguien no se van a tomar medidas. Igual decir alguien es muy impreciso. Mucho nos tememos que, lo mismo que ha pasado con los profesionales sanitarios, la muerte de trabajadores de Educación provoque solidaridad, aplausos, empatía, reconocimiento… pero no más recursos ni medidas eficaces. Tal vez hasta que haya muertes de menores no se tomen medidas. Es duro decirlo, pero es algo que flota en el ambiente.
Ilustración de @Damivago