De cerdos, gallinas ponedoras y alumnado

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Cuando la Administración demuestra más interés por el bienestar de los animales en las granjas que por el del alumnado en los centros educativos.

«Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.», George Orwell, Rebelión en la granja.

El decepcionante resultado de la conferencia interterritorial de Educación parece decretar que el COVID ha muerto, y que, salvo la recomendación no vinculante de que se intenten mantener los cupos de profesorado de refuerzo y se mantengan las mascarillas y grupos burbuja, todo puede volver a la vieja normalidad. Una normalidad que, no obstante, establece ratios máximas de alumnado en las aulas y espacios mínimos para que puedan desarrollar su aprendizaje en condiciones adecuadas, si bien en Andalucía estamos acostumbrados desde tiempo inmemorial a que dichas cifras se tomen con cierta relajación cuando apretando un poco se puede suprimir una unidad escolar y varios puestos de trabajo docente.

La planificación de la escolarización para el próximo curso ya nos está dejando claro que el intento es comprimir al máximo al alumnado, colmatando las aulas hasta el máximo posible y, llegado el caso, calculando de partida ese incremento del 10% que la normativa prevé para la escolarización sobrevenida (alumnado que pueda incorporarse tras el inicio del curso). Se recortarán muchas unidades escolares, sin duda, y tal vez nuestro consejero guarde en la manga el as de salir a prensa publicitando que se mantendrán algunos puestos de refuerzo COVID para propiciar desdobles en casos extremos, esos en que se hayan alcanzado cifras de 27 o 28 alumnos en Infantil y Primaria, o 33 en Secundaria. Cifras que, en buena ley, lo que deberían provocar es la creación de unidades completas con sus correspondientes tutorías y profesorado.

Volveremos a tener aulas masificadas en las que se trabaja al límite del espacio mínimo que exige la normativa, 2 metros cuadrados por puesto escolar en Infantil y 1,5 metros cuadrados por puesto escolar en Secundaria, Bachillerato y FP. Sin olvidar, de cara a cualquier medición legal, que el Real Decreto 314/2006, de 17 de marzo, por el que se aprueba el Código Técnico de la Edificación, establece para los espacios docentes que dichas cifras han de entenderse “por persona”, es decir, teniendo en cuanta también al docente.

Contando con edificios que fueron construidos apurando al límite la normativa, dudamos mucho de que cualquier incremento de la ratio, por mínimo que sea, no resulte en una violación de la norma de espacios y provoque trabajar en condiciones no sólo precarias para un aprendizaje adecuado, sino de claro riesgo para la salud e integridad de las personas. Aunque todo esto, ya lo sabemos, no genera excesiva preocupación a nuestras autoridades educativas. Si nadie protesta y no hay quejas, no sucede nada. Y si hay quejas que terminen en denuncias judiciales, a esperar con calma los años de resolución que llevan estos temas.

Es en este punto cuando no podemos sino lamentar que nuestro alumnado pertenezca al género homo sapiens y no sea animal de consumo, ya que la normativa de espacios para la cría de animales establece condiciones más favorables y, sobre todo, es de muy estricto cumplimiento y se sancionan de manera inmediata las infracciones.

Leemos en el Real Decreto 1135/2002, de 31 de octubre, relativo a las normas mínimas para la protección de cerdos, que la superficie total de suelo libre de la que deberá disponer cada cerda, o cada cerda joven después de la cubrición, cuando se críen en un grupo, será, al menos, de 2,25 metros cuadrados. Es decir, que se entiende que una cerda cubierta requiere para su confort más espacio que un alumno de Infantil, y bastante más que un alumno de Primaria, Secundaria o Bachillerato.

Eso sí, nuestro alumnado requiere algo más de espacio que una gallina ponedora en su jaula, ya que el Real Decreto 3/2002, de 11 de enero, por el que se establecen las normas mínimas de protección de las gallinas ponedoras, establece que cada gallina debe disponer de, al menos, 750 centímetros cuadrados de superficie de la jaula, es decir, que dos gallinas estarían confortables en un puesto escolar de Primaria o Secundaria. Aunque para las gallinas se establecen algunas condiciones que ya quisiéramos tener en todas nuestras aulas:

Todos los edificios deberán estar iluminados de manera que las gallinas puedan verse claramente unas a otras y ser vistas con claridad, que puedan observar el medio que las rodea y que puedan desarrollar sus actividades en un marco normal. En el caso de iluminación mediante luz natural, las aberturas que dejen entrar la luz estarán dispuestas de manera que toda la instalación quede iluminada por igual.

En definitiva, vivimos en una sociedad que muestra más preocupación por el confort de los animales de consumo que por las condiciones en que educamos a las generaciones futuras. Aun así, lo menos que podemos exigir es que la normativa se cumpla de manera estricta y que su incumplimiento se sancione y castigue de manera inmediata.

Señor Imbroda y responsables de Planificación y Escolarización: si ya tienen previsto el incremento de las ratios desde el inicio de curso para recortar unidades y puestos de trabajo, tengan a mano las cintas métricas, porque no todo cabe en cualquier sitio.

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