Desde CGT Enseñanza de Sevilla queremos sumarnos, con el corazón encogido y la rabia contenida, al doloroso comunicado de la familia de la adolescente que perdió lavida el martes 14 de octubre, víctima del acoso escolar.
En primer lugar, nuestro más sentido pésame a la familia, amigos y entorno de la menor. No hay palabras que consuelen una pérdida tan tremenda e injusta. Su dolor es el dolor de toda una comunidad educativa que, una vez más, se ve golpeada por la peor de las consecuencias de la violencia en las aulas.
No es suficiente con llorar la tragedia; hay que nombrar las causas y señalar las responsabilidades. La «inacción ante el acoso escolar» no es un fallo menor del sistema, es una negligencia que tiene nombres y apellidos institucionales y que, como bien indica la familia, se va a perseguir legalmente.
Apoyamos plenamente vuestra reivindicación: los protocolos de prevención, detección e intervención frente al acoso escolar deben cumplirse de manera urgente, estricta y efectiva. No pueden quedar en papel mojado, en documentos archivados o en reuniones burocráticas que no llegan a la realidad de los pasillos y los patios.
Es necesario:
· Medios y recursos suficientes para los centros educativos: más orientadores, menores ratios para una atención verdadera, formación específica y continua para el profesorado.
· Agilidad en la activación de los protocolos, sin miramientos ni miedos a las estadísticas o a la «mala imagen» del centro.
· Una implicación real y prioritaria de las administraciones educativas, que dejen de mirar para otro lado y asuman su responsabilidad en la protección de la infancia y la juventud.
Este terrible suceso no puede quedar en una noticia más. Debe ser un punto de inflexión. Como sindicato, como educadores y como sociedad, tenemos la obligación de alzar la voz para que ningún niño o niña más tenga que sufrir en silencio y que ninguna familia vuelva a pasar por este infierno.
Exigimos escuelas seguras, libres de acoso. Exigimos que la vida y la dignidad de los estudiantes estén por encima de cualquier protocolo administrativo.
¡Nunca más!
¡Ni un@ más!


