Por Guadalquivir arriba
una madre caminaba.
Encontrárase a un cristiano
que Imbroda se llamaba.
– “Consejero, Consejero
allá a la Consejería
el día que tú llegaste
malas señales había.
Participación escasa,
la VOX estaba crecida:
Consejero así nombrado
bien puede decir mentira”.
– “Yo bien las digo, señora,
pues no me cuesta decillas”.
– “Te agradezco, Consejero,
aquesta tu cortesía.
¿Qué colegios son aquéllos?
¡Altos son y relucían!”
– “De Salesianos, señora;
y el otro, de los Maristas;
los otros son de la SAFA,
labrados a maravilla.
Los dueños que los gestionan
sus tasas cobran al día,
y el día que no las cobran,
su negocio resentían.
El otro es el MEDAC,
centro que par no tenía;
y la Educatio Servanda,
Fundación de gran valía.»
Allí habló el Consejero,
bien oiréis lo que diría:
– «Si tú quisieses, señora,
plaza te conseguiría,
que la escolarización
la he puesto patas arriba”.
– De Pública soy, Imbroda,
no privada sostenida;
Consejero que así obra
no merece Andalucía.»