Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: publicar las listas de admisión en mayo, conocer quiénes integran los tribunales con varias semanas de antelación. He visto comisiones de baremación constituidas cerca de las puertas de junio. Todos esos momentos se han perdido este curso como el permiso de reducción de jornada por interés particular.
El calendario de un proceso de oposiciones en educación, desde la publicación de la orden que lo regula hasta que finaliza, es siempre igual. Varía poquísimo. No hay más que echar mano del de otra convocatoria y “encajarlo” en el año en curso. No tiene más complicación. Es un procedimiento repetido hasta la saciedad. No se trata, por tanto, de una innovación que pueda coger desprevenida a la administración. Pero quizás sea eso mucho pedir.
La falta de prevision de este año no la hemos padecido nunca. Retrasos incontables, listados “a título meramente informativo”, errores en las publicaciones… En una situación tan delicada, tener así a quienes se van a examinar y a las personas que integrarán los tribunales raya el sadismo. Pareciera que la Consejería disfrutase poniendo de los nervios a su personal. Precisamente, en un año en el que las cosas han sido de todo menos fáciles.
Antes de empezar las pruebas, ya ha habido momentos de descontrol incalificables. En ocasiones, la información de las consultas individualizadas difiere de la aparecida en BOJA. Los materiales para las pruebas prácticas así como los criterios de actuación de los tribunales, homogeneización de los mismos, homologación de indicadores y criterios de calificación se dan a conocer el martes 15. El miércoles 16, tres días antes de los actos de presentación, se publican hasta tres entradas de correcciones de errores en la web de la Consejería de Educación. Las asesorías médicas no han dado abasto para estudiar en condiciones las peticiones de abstención. Los actos de constitución de los tribunales se han llevado a cabo sin las mínimas garantías para protegerse del COVID: decenas de personas apelotonadas en pasillos, desbaratando así cualquier prevención posible.
Entretanto, sigue faltando un protocolo de seguridad. Será más importante la Eurocopa, seguramente.
Alguien tendrá que asumir responsabilidades por este cúmulo de despropósitos.