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30 años de Centro de Profesores

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30 años de Centro de Profesores

A decir verdad la formación del profesorado en el Campo de Gibraltar cumple muchos años más, por poner alguna fecha 1957. Con la ley de educación primaria la Inspección de Educación desarrolla actividades formativas, los círculos pedagógicos, en la zona. D. Manuel Martínez Selva ha estudiado y descrito estas iniciativas en su obra Historia de la Educación del Campo de Gibraltar. Con posterioridad en la década de los 70, con la publicación de la Ley General de Educación (LGE) la universidad, a través de los Institutos de Ciencias de la Educación (ICEs), se hace cargo de organizar actividades formativas para docentes en este territorio. De hecho esta fórmula seguirá produciendo formación hasta 1986 siendo el Centro de Recursos, creado en Algeciras un año antes, el que coordina formación para docentes en colaboración con el ICE de la Universidad de Cáliz y la Diputación Provincial.

Desde 1987 hasta la fecha han pasado 30 años en los que el Centro de Profesores ha venido ofertando formación, si bien es cierto que en dos etapas bien distintas. Los doce primeros años con una gran autonomía en la oferta, que aunque corta de recursos, se ajustaba a la demanda, ya que los planes de actuación los primeros 8 años se elaboraban por las llamadas “aulas de extensión” que se crearon autogestionadamente en todas las localidades de la Comarca. De hecho en La Línea se creó un centro de profesores para la zona oriental de la comarca, antes de volver a fundirse con el de Algeciras, que ofertaba formación a la zona occidental. Jimena de la Frontera mantuvo hasta no hace mucho su aula de extensión.

Treinta años da para reflexionar algo sobre los procesos y resultados obtenidos en la formación del personal docente. Es evidente que los cursos de formación dan para poco si de transformar las practicas educativas se trata. Sobre todo cuando la formación inicial adolece de conocimientos prácticos sobre el arte de enseñar y de lo que realmente ocurre en las aulas. Esta limitación difícilmente puede paliarse con cursos de formación realizados fuera del horario laboral y prácticamente de carácter voluntario. Se ha mostrado ineficaz el incentivo económico “los Sexenios” e incluso contraproducente. Los vaivenes de los planes de formación, al socaire de las “modas” tecnológicas del momento, sólo han servido de distractores de las auténticas necesidades formativas para que en el día a día las metodologías participativas, motivadoras, investigadoras se desarrollen en las aulas. Y es que la formación para la innovación poco tiene que ver con la formación para la reproducción.

Queda felicitar al profesorado que ha trabajado en estos centros de profesores, por haber aguantado 30 años. Políticamente se podrán esgrimir logros tipo; cientos de miles de horas de formación, decenas de miles de docentes asistentes a las actividades. La realidad de las aulas, el desencanto del profesorado, la burocratización de sus funciones, dicen todo sobre los conseguido en estos 30 años. Urge un cambio profundo.

Fdo Rafael Fenoy Rico