¿A dónde va el dinero de los permisos no retribuidos?

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Según el Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo, se establece que las sustituciones inferiores a 10 días no serán cubiertas. Esta norma que de carácter excepcional se debe aplicar para la estabilidad presupuestaria, nos encontramos que se aplica también para los permisos no retribuidos, que como su nombre indica determina que el trabajador no recibirá su honorario por esos días.

Por tanto, ¿Qué sentido tiene aplicar la norma excepcional de estabilidad presupuestaria? ¿Por qué no se utiliza esta retribución para contratar a otra persona que cubra esta ausencia? ¿Por qué se deja al alumnado sin el derecho a recibir sus clases con dinero que ya ha sido establecido para ese fin?

Todas estas preguntas, que suponemos ya se habrán hecho las personas encargadas de satisfacer las necesidades del alumnado de esta región, nos llevan a la conclusión que la enseñanza es un tema que interesa poco a la administración encargada de nuestro sistema educativo. ¿Si el dinero para cubrir esta necesidad ya está establecido y aprobado por qué no se utiliza para cubrir estas ausencias? Eso supone una indefensión del alumnado y una merma en el tiempo de escolarización real.

Una vez más, vemos como amparados por una Orden, el perjudicado siempre es el mismo: el alumnado. ¿Cómo se les va a pedir que se tomen en serio la educación?

Desde CGT, entendemos que los honorarios del profesorado que solicita este tipo de permisos están destinado a la docencia y, que por lo tanto, deben destinarse a la contratación de personal cualificado para atender al alumnado sea cual sea la duración del permiso. Además, nos encontramos que en esta región con altas tasas de desempleo donde muchas familias tienen problemas para llegar a fin de mes, existen bolsas de empleo repletas de personal perfectamente cualificado para realizar estas funciones.

Es lamentable que esta Administración desatienda este tipo de sustituciones y, una y otra vez, los padres vean como sus hijas e hijos quedan desatendidos sin saber el motivo.

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